La cárcel de mi casa,
tiene barrotes,
que aprisionan mi alma,
decaen mi ánimo,
mi luz se vuelve tímida, lánguida.
Derrotan mi libertad,
apagan mi alegría, mis ansias.
La cárcel de mi casa,
huele a olor que asfixia,
ahoga la pasión de mi intimidad,
reseca mis manos de caricias.
Su oscuridad, penetra como hiedra,
y se agarra en mis tripas,
con claridad artificial,
que lastima mi vista,
vista que mira hacia dentro,
que necesita que las articulaciones dirijan mi mano,
que derrame mis iluminados sueños en un papel,
en un tablero, en un lienzo.
Pero el cerebro se apaga,
el muro toma posición,
el ladrillo lapida con rabia,
las tinieblas lo cubren todo.
Munch está gritando en mi garganta.
3 comentarios:
Precioso, pero angustioso. Sal a dar una vuelta cuanto antes, jejeje. En serio la vida en todo momento ofrece aspectos muy positivos, aunque no los veamos. Saludos!!!
Estos versos pertenecen al pasado,y si salí a dar una vuelta y no volví,jajajjaa.Hay momentos en los que nada te sirve, entonces derramas las palabras y te sientes mejor.
Un saludo.
Todo tiempo pasado...pasado está. Y si no vuelves al lugar del crimen, rompes la norma.
Ahoga el grito de Munch, si no, se envalentona y ya no hay nada que hacer.
Saludosssssssssssssssss
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